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La Virgen de la leche de Luis de Morales. |
Todo resultaba suave en esas salas, y desde la retina calaba después, bien profundo, con sutileza, primor y mucha melancolía, un sentimiento pacífico, hasta dejar en el interior su sedimento, aquel que tardará, sin duda, en reposar de forma apacible dentro de uno.
Fuimos caminando despacio, casi diría que fluíamos, como el agua del rio lento que pasa arrastrando el limo que viene definitivamente a decantarse en un delta pacífico.
Supongo que a ese espacio interior y a esa desembocadura es a la que algunos llaman alma.
Me pregunto: ¿qué rostro de mujer posaría para Morales en aquel siglo XVI para representar a una María "esfumada" y casi adolescente; qué belleza no desprendería entonces para que más de cinco siglos después se haya uno enamorado de ella?
Supongo que a ese espacio interior y a esa desembocadura es a la que algunos llaman alma.
Me pregunto: ¿qué rostro de mujer posaría para Morales en aquel siglo XVI para representar a una María "esfumada" y casi adolescente; qué belleza no desprendería entonces para que más de cinco siglos después se haya uno enamorado de ella?
Foto via: El Mundo. (Blogscriptum sacó su telefonino y fue rápidamente "placado" por un funcionario del museo)
La Piedad de Luis de Morales
Nota bene (fuente, museo del Prado):
Luis de Morales nació en 1510 o 1511 y murió probablemente en 1586, tal vez en Alcántara (Cáceres), donde se sabe que residía en 1585. Desconocemos su lugar de nacimiento, pero vivió y pintó en Extremadura. Durante más de cincuenta años fue el pintor más prolífico e importante de esa extensa región, donde realizó numerosos retablos y cuadros de altar, ampliando su producción a Portugal, especialmente a Évora y Elvas, ciudades cercanas a Badajoz. En esta ciudad se estableció en 1539, después de haber trabajado en Plasencia y sus alrededores, un territorio donde se entremezclaban artistas e influencias provenientes de Flandes y Castilla que explican una parte esencial de la pintura de Luis de Morales. El conocimiento de obras de otros artistas, sobre todo de Alonso Berruguete o Sebastiano del Piombo, ayudó a definir el estilo de un pintor que alcanzó temprana fama gracias a sus pequeñas tablas de temática religiosa. Con una marcada vocación comercial, Morales adaptó a la clientela de la época un producto artístico y devocional de factura muy cuidada que enlazaba con las tradiciones flamencas de finales del siglo XV y principios del XVI, matizadas por elementos y modelos italianizantes. Además, el ambiente espiritual de la época se proyectó sutilmente en esas imágenes piadosas. Sencillas en su composición y muy cercanas al creyente, añadían a su gran eficacia visual una indudable carga emocional.
Esta exposición ofrece una cuidada revisión de la obra del Divino, apelativo que fue explicado así por el pintor y tratadista Antonio Palomino en el siglo XVIII: Fue cognominado el Divino, así porque todo lo que pintó fueron cosas sagradas, como porque hizo cabezas de Cristo con tan gran primor, y sutileza en los cabellos, que al más curioso en el arte ocasiona a querer soplarlos para que se muevan, porque parece que tienen la misma sutileza que los naturales.
Segunda nota:
¿Pudo escuchar e inspirarse Morales del Stabat Mater de Palestrina, coetáneo suyo?