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El fútbol a sol y sombra.

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En el año 1966 cuando Truman Capote publicaba A sangre fríay García Márquez decidía ponerle un tiempo centenario a la soledad; en aquel año en el que Manuel Fraga se bañaba a pecho descubierto en aguas atómicas (como sólo se baña un hombre), Pier Paolo Passolini decía que  la selección Italiana de fútbol -llamada a conquistar nuevamente la Britania con sus legiones- jugaba al futbol “en buena prosa, interrumpida por versos fulgurantes”.  

Entonces, cuando los americanos, en contra de la opinión de los propios americanos, bombardeaban Hanói y Corea del Norte no amenazaba al mundo, un dentista de la ciudad de Pyongyang, un tal Pak, metía un gol a los italianos en el Mundial de Inglaterra de ese mismo 1966 para acabar de un porrazo con la poesía. Pak, como el protagonista de “Teorema” (Passolini, 1968), dejaba a la familia italiana sin saber qué hacer con su existencia.

El fútbol. El juego que se ha convertido en espectáculo, esta noche. Eso es todo: un juego. Eduardo Galeano dedica “El fútbol a sol y sombra” a los niños que con él, después de jugar, iban cantando: Ganamos, perdimos, igual nos divertimos. El libro de Galeano es magnífico y permite acercarse, con una mirada nostálgica y apasionada al mismo tiempo, a la historia del fútbol y con ella a la del mundo reciente, a sus personajes, a sus mitos y a los enfrentamientos, futbolísticos y políticos.

Noche de leyenda de 2014, el Madrid ganaba al Atlético en la final de la Champion
de la Peña y de la Peña tras el partido.

Aún quedan creyentes de la sana rivalidad y desconfiados atrincherados en postureos intelectuales (“almas pequeñas que pueden ser saciadas por embarrados idiotas que juegan” Rudyard Kipling dixit) que ven en el juego instinto animal, ignorancia, superstición o rebaños hipnotizados, todo en uno.

Yo, por mi parte, prefiero que Corea del Norte vuelva a ganar a occidente tirando faltas en lugar de  bombas y entiendo que esta noche todos nos daremos  un respiro, durante 90 minutos, entre banderas y matracas, echando por la garganta el mal veneno que nos van dando a diario, a dosis algo más que homeopáticas.

Descanse en Paz (o nervioso) Eduardo Galeano, sentado en un sofá junto a Di Stéfano y Garrincha viendo el partido de esta noche, allí arriba dónde lo retransmitan. 


El Fútbol es esto.


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