Portada del libro de Blogscriptum
Lo que queda del día
Vivo entre dos mundos buscando constantemente argumentos, palabra ésta que curiosamente comparten la ciencia y la literatura.
Decidí comenzar a escribir sin ningún objetivo aparente, en aquel periodo de tiempo en el que quise ofrecerle mi propio yo a la libertad, sin advertir que al hacerlo me hacía reo de mis palabras. Todo ha sido un lento proceso, aún inacabado, de construcción de mí mismo; la constitución de mi ser a través de la palabra, aunque no acabe de encontrar la que finalmente me define. Pero nadie la dirá por mí. La palabra íntima, el diálogo con uno mismo. Mi argumento.
Escribo pendiente de que algo me pase, de que pase algo. Y lo que pasa es el tiempo. Y al cabo del tiempo asumo que lo escrito puede no ser determinante y mucho menos constituir una aportación imprescindible para nadie. Pero resulta ser mi argumento. He invertido tiempo, el mío, en este proyecto que hoy os presento. Como el amor, escribir es pasión y dolor; remedio y veneno; toxina y antídoto. Este libro está hecho con cada una de estas partes. Lo demás, es tiempo.
Y el tiempo…
Así se dirige Séneca en su carta a Lucilio: Todo es ajeno a nosotros, tan solo el tiempo es nuestro…el único crédito que ni siquiera el más agradecido puede restituirlo.
Ningún día más atravesará mi vida de modo indiferente.
Disfrutad ahora del Acto 3 de The Fairy Queen de Henry Purcell, probablemente la mejor música para un bellísimo poema.
If Love's a Sweet Passion, why does it torment?
If a Bitter, oh tell me whence comes my content?