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El olor

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Entonces el niño se despertó. Se despertó primero con la nariz. La naricilla se movió, se estiró hacia arriba y olfateó. Inspiró aire y lo expiró a pequeñas sacudidas, como en un estornudo incompleto. Luego se arrugó y el niño abrió los ojos.

El Perfume. Patrick Süskind



Existe unas regiones en nuestro cerebro ontogénicamente muy antiguas. Se denominan sistema límbico e hipotálamo; estas regiones son responsables de las emociones, sentimientos, instintos e impulsos. En ellas se almacenan también los contenidos de la memoria y se regulan la liberación de algunas hormonas. El bulbo olfatorio está conectado directamente con estas estructuras. Por este motivo, los olores pueden condicionar nuestro comportamiento y algunas funciones corporales. De forma secundaria la información olorosa alcanza la corteza cerebral y se torna consciente....

Un olor cotidiano se convirtió, por rutina, en un recuerdo profundo. Eso fue hace años. Ahora se convirtieron en sensaciones que son sueños; sólo en ocasiones son fantasmas de la vida real.
Un olor ayuda a reconocer una página del libro de la vida, ya leída. Tardas un par de párrafos en advertirlo pero, de repente, la explosión de ese olor en tu recuerdo ilumina una estancia, un lugar, una persona. 
A mi por ejemplo una cerilla que se prende enciende bruscamente en el entendimiento recuerdos infantiles, de varios escenarios remotos y me evoca paisajes, todos ellos agradables.
Como el fósforo al que me refiero, la explosión a veces violenta de un olor, ilumina la sombra de un callejón oscuro, en este caso, del callejón del recuerdo.

El olor es la vista del subsconsciente, por lo tanto resulta irrefrenable.

Juguemos. Venga, participa. Hagamos una hermosa descripción entre todos. ¿Compartimos algún olor evocador de la infancia?

Estará bien leeros a vosotros en esta ocasión.



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