Quiero lanzar a la red una campaña bajo el lema: Apadrina a un académico, con su variante francesa Je suis un membre de l'académie.
Hay que ver que ingrata es la Academia Sueca. Ingrata e insensata, a partes iguales. La cantidad de miembros no numerarios de su órgano de decisión que se ha perdido y la ingratitud que ha demostrado al no tener la delicadeza de considerar como se merece su sabia opinión, alzada desde todas partes, en contra de la concesión del Nobel de literatura 2016.
Nos hemos quedado desgraciadamente sin conocer la opinión que les merece a todos estos indignados miembros no numerarios la concesión del premio Nobel de física a los Dres. David Thouless, Duncan Haldane y Michael Kosterlitz por sus descubrimientos sobre los estados pocos usuales de la materia. Y qué consideración les merece la propia materia oscura. ¡Qué lástima no saber lo que piensan acerca de las máquinas diminutas de los galardonados en la disciplina de química Jean-Pierre Sauvage, James Fraser Stoddart y Bernard Lucas Feringa!. Supongo que cada mañana discuten con su pareja los avances en la nanotecnología que han supuesto sus descubrimientos, a la vez que discuten si cabría la posibilidad de que en el mundo hubiese alguien que lo hubiese merecido más que ellos.
Acojona no ser como ellos, no saber tanto de literatura y menos de la justicia en la concesión de unos premios. Me acojona que desde su inmensa sapiencia y sin haber sido llamados a emitir su voto, su importante voto, pronostiquen el desprestigio de la institución y la muerte de la literatura; pero nos tranquilizamos cuando buceamos en la hemeroteca y descubrimos que no hemos conocido desgraciadamente su opinión acerca de los otros autores que también han leído (supongo) para emitir su juicio comparado: Gao Xingjian, V. S. Naipaul, J.M. Coetzee, Harold Pinter o Orhan Pamuk , entre otros, que forman parte del listado de autores galardonados en los últimos años.
Luego, por otro lado, están los académicos eméritos, que son, a diferencia de los primeros, los que sí han leído a los anteriores autores, incluso han ensayado sobre ellos y que consideran, desde su púlpito, la concesión del premio (¡a un cantautor!) una decisión mediática y populista. Desgraciadamente estos tampoco han sido considerados por la Academia para ser miembros permanentes de su comité pero se permiten el lujo de descalificar a la institución.
Empieza uno a sentir cierto miedo también del uso indiscriminado que hacen estos miembros eméritos del calificativo populismo, que se aplica a todo y todos los que no opinan como ellos y que son, de forma generalizada, clasificados como masa informe e intelectualmente pobre. Popular y populismo: cómoda confusión elitista
No sé si me dan más miedo los miembros no numerarios o los eméritos, pero en esto nos tenemos que implicar todos y empezar a apadrinarlos para tener cada uno nuestro propio académico en casa, si no , de aquí a unos años los tendremos por centenares de miles recluidos en cualquier campo de refugiados y entonces…entonces si será un problema.