Quantcast
Channel: blogscriptum
Viewing all articles
Browse latest Browse all 446

La lluvia en Oviedo. 3

$
0
0

Capítulo 3

Perdidas sobre la mesa, una cajetilla a medio fumar, un cenicero y su cuaderno de notas. Advirtió que la distancia entre las tres era gigante y de ellas y hasta el borde de la mesa, solamente el espacio suficiente para apoyar sus codos. Sin holguras. Algo así como su vida. Todo a su alrededor ocupaba un espacio impropio, al menos el que el creía suyo.

La vida, la ceniza, su sueño perdido como el humo –pensó- Los años consumidos como los cigarrillos que le faltaban a la cajetilla. Cada vez menos, sin atreverse a contar los que quedaban. Sin saber exactamente los que ya había fumado. Muchos, en cualquier caso. Colillas arrugadas en el cenicero –un viejo plato de latón de Mahou- como la piel de esos perros japoneses que tanto odiaba. Sus años, los mejores, como un shar-pei. La ceniza era ahora un recuerdo de su vida, el residuo de lo que fue, consumida, disgregada. Polvo y briznas de papel y boquillas. Una vida ausente de rescoldos. Sopló sobre ellas, sobre un fuego apagado y disgregó un humo que se elevaba sin concentrarse.
Ya no creía en nada. Menos en sí mismo.

Se levantó tambaleante hacia el cuarto de baño. Al final de un zigzagueante camino se dio de bruces contra su puerta. Advirtió, como siempre, pero en ese momento más intensamente que nunca, que no conocía nada más objetivo y presente que un espejo. Hacía mucho tiempo que había decidido renegar de su juventud y con ella a sus recuerdos. Alcanzó a suponer entonces, que en ese momento, justo en ese momento de renuncia no consciente, se materializó el instante en el que acababa de abrirse paso, a empujones, sin preámbulos, la madurez.




Viewing all articles
Browse latest Browse all 446

Trending Articles