Tendido a lo largo de tu cuerpo espero al sol
que nace cansado de antemano,
viendo como se cuela por la ventana
sin que te des cuenta
arrastrando sobre ti su colcha tenuemente.
Suavidad, parsimonia y tu sonrisa ingrávida
destapan los recuerdos de la noche,
las sábanas de estelas enrasadas
para poder sentir tu latido al lado mío
y ver que todo está bien una vez mas.
De la lucha a muerte de anoche
sólo quedan cicatrices en el aire,
el sinuoso camino del espasmo
lo recorrimos juntos de la mano
trueques de labios, buscando lamer
la huella de la otra boca
y al final de la locura melodiosa
sólo voló una sonrisa muda
que quiso levantarse
refrescar el aire,
renovar la luz.
Las manos en la sombra
cumplen su oficio esta mañana,
lanzan puentes levadizos incansables
saliva ardiendo entre mi piel
en mis oídos y por mis ojos,
entre tu luz
y el resto del mundo al que sólo tu
pones límites.
Esta mañana que se levanta entre nosotros
no posee ni más astros ni más mundos
que los que giran en torno a tu cuello
todo es niebla
todo oscuro,
más allá de ti, todo es bruma.
La realidad es que esta habitación
está muerta más allá de tu boca
para esta soledad de cuatro paredes
el sol no sirve ni calienta.