Blogscriptum: La Real Renta de Correos y Postas, conocida actualmente como Correos, ha iniciado un nuevo proyecto para el que ha pedido la colaboración de algunos Blogs (seleccionados, eso sí). Desde hace décadas, la compañía guarda en sus archivos millares de cartas que, por defecto de forma o deterioro de la dirección a la que eran enviadas, no han podido ser entregadas a su destinatario. Se trata de hacerlas públicas y buscar su remitente o destinatario.
Si alguien se viese reflejado en cualquiera de las dos condiciones, a través de estos mismos Blogs y reservando su privacidad, puede decírnoslo. Será un placer ayudarle.
Muchas de estas cartas son enormemente interesantes y me han permitido seleccionar alguna. Intentaré contribuir en la medida de mis posibilidades, a esta bonita idea difusora.
Os dejo la primera carta hoy. Evidentemente, no va firmada.
¿Alguien se reconoce en ella?
Estimado Señor:
Hace un impreciso, vago y lánguido número de semanas que sé que me ve mirarle. Lo hago de forma insegura y tímida. La misma timidez que me lleva tan lejos como a sentir pudor por el simple hecho de existir a su lado. Y como percibo que se ha dado cuenta de ello, estoy segura que le ha resultado extraño que mi mirada no le diga nada.
Usted, siempre atento a todo, espera que cada mirada tenga un significado concreto –tristeza, pasión, odio, deseo- siempre le percibo intentado descubrir el esbozo del mensaje en cada pupila, por eso ha intentado escrutar mis posibles intenciones y creo que usted sabe que yo sé que ha encontrado en mí un ánfora vacía y ha preferido pensar que soy sólo de esa clase de locas que busca sueños de amante carnal, superflua y perturbada, una simple vasija de poco fondo, un vaso vacío de eco corto.
Yo Señor mío, no soy ninguna de esas cosas. Ni decididamente loca, ni alejadamente amante, ni artista, ni perturbadora, acaso enamorada de su apariencia y de la forma en que todo se manifiesta en rededor suyo.
Mi querido Señor, no sé dónde le he visto antes que ahora. No recuerdo si fue en un bosque, en el mar o el campo, si le escuché caminar por entre los árboles o encima de la hierba de mi cuerpo. Tengo el recuerdo exacto de no saber dónde le he visto antes, ni cuándo, ni si realmente ha sucedido, porque puede ser que realmente nunca antes le haya visto en alguna parte, o en todas, no lo sé, pero sé que cuando eso sucedió –o no- fue el momento más pacífico de toda mi vida y por ello siento sosiego cuando le veo y descubro en su silueta el gran campo claro de mi alma.
Espero ansiosamente su respuesta.
Espero ansiosamente su respuesta.